12.25.2011

La mejor crítica escrita

Aunque, en el negocio de la crítica, todavía soy el chico que recoge la basura en la cocina del chef, en Hungry Bear Ratings siempre está presente la aspiración a escribir una pieza como la de Anton Ego ( Ratatouille, 2007, Pixar)



For the discovery and defense of the new!

¡Feliz Navidad!

Un gran 2012 y que coman delicioso.

10.20.2011

Barra Criolla Bocadería

Se encuentra a unos escasos metros de la plaza Río de Janeiro en la Roma. Desde que fui por primera vez me gustó el ambiente: relajado, poco pretencioso, aunque en algún momento podría parecer que quiere ser hipster, pero el humor del lugar es muy cómodo . El mobiliario es casi todo de madera, lo cual creo siempre le da un toque distintivo a los lugares. Tienen una terraza chica, pero lo suficientemente bonita, y con buena vista a la plaza. La manera en la que se encuentra distribuido el local por dentro es de mis favoritas: la cocina está en medio y a la vista, bordeada por una barra, que aunque es un poco incómoda, invita mucho a sentarse para por lo menos estar muy cerca de lo que se está cocinando. A los costados se encuentran las mesas.

El lugar propone servir, como lo dice su nombre, bocados: platos rápidos, sencillos y ricos. La Barra se suma a la lista de establecimientos que ofrecen durante la hora de la comida un menú fijo. La opción parece excelente: entrada, plato fuerte, postre y bebida por escasos $100. (¿por qué no abundan estos lugares cerca de oficinas?) No he tenido la oportunidad de ir a comer, pero parece ser que es bastante concurrido durante la comida. En la noche si bien nunca está a reventar e imposible entrar, siempre es bueno tomar precauciones y reservar; sobre todo si es una mesa grande.  La carta está compuesta por tapas, ensaladas y pequeños platos que hacen muy fácil pedir al centro o estar pidiendo cositas cada uno. Hay de todo: cerdo, res, pescado, marisco y vegetales. Algunos bocados son muy clásicos, como la patata española y otros platillos simples pero frescos e innovadores. La barra criolla se presta mucho para ir a echar el trago con los amiguis, por lo que la lista de bebidas es amplia: trago fuerte, cócteles, variedad de cervezas, el fuerte de moda (mezcal), y una lista corta de vinos. Se agradece que tengan cerveza de barril.
Pintxos de Salmón

He ido bastantes veces, la primera vez fue una de esas veces que salí con Tere a cenar buscando un lugar que no hubiéramos ido. Desde el principio nos gustó mucho, y fue uno de esos lugares que frecuentamos con regularidad. Ahí cenamos esa vez, luego otro día fuimos después de uno de nuestros intento por escribir un ensayo en una revista (sigue el vivo el proyecto), y seguro fuimos otra vez. Después he ido con distintos grupos de amigos y ha estado bastante memorable. Particularmente  la última vez, que nos corrieron ya muy tarde por borrachos. Impresiones ha habido de todas. Cuando fue Checo sacó su típica expresión que sale cada vez que no vamos al Chilis, Applebees o Sonora Grill “está padre gooey, y cómo das con estos lugares”. En general la comida gusta a todos, aunque no falta el mamoncito que sale con comentarios como  “estas tapas no están tan bien, les falta punch” (cof cof Yerman). Pero está bien, uno que no tiene tantas oportunidades de ir a la madre patria, se conforma con lo que hay acá. Los favoritos de la afición son las: perlas de cerdo (meatballs de cerdo, con jengibre y una salsa agridulce), el pintxo de salmón (cremoso, bastante deli), la pizzeta ( pan árabe, camembert y peras), la tortilla española, que les queda bastante buena (aunque ya saben lo que opina Yerman...) ,el sashimi de callo de hacha, que está bastante exquisito y los mini-burgers, que según Dieguito se dan un tiro con las del Felix, estas últimas también me hacen muy feliz. Durante algunas de mis visitas he sido ampliamente criticado por mi glotonés, lo cual es totalmente cierto: resulta engañoso el que estén sirviendo tapitas y es muy difícil dejar de comer, sobre todo si uno tiene buen diente, aunque luego todos caen en lo mismo, como Heshu , que no dejó de fregar, pero tampoco de entrarle. La Barra Criolla inspira: esa última vez de la borrachera de mezcal Pollito nos contó la historia de su linaje sangre azul: pitic born and raised (colonia pipiris nais de hermosillo), niño bien de toda la vida.

Hamburguesitas

 La barra también se presta para llevar a comensales difíciles, como mi roomie el Mikey, que es “vegetariano” y un verdadero pain in the ass cada vez que salimos a comer. Es como ir a comer con niños.  La bocadería es una buena opción para ir con cualquier tipo de paladar y personalidad: superó la prueba de ir con un sonorense amante de la carne asada  (a ellos les suele molestar cualquier otra opción de cenar que no sea CARNE o STEAKS), el Jaime, quien aunque se vió muy cuidadoso (espero a que todos pidiéramos, probó todo y después pidió lo suyo), salió bastante contento. También me he encontrado a otros amigos, como al Cheque, que coincide en que la bocadería saca la casta. 

Los dueños y el staff son a toda madre: la vez pasada aguantaron nuestros gritos y nos invitaron una ronda de mezcal. Siempre atienden bien y constantemente te están ofreciendo y recomendándote buenas opciones.

Happy Bear
La barra Criolla – Bocadería
Reservaciones 52072301 Horarios: Lunes, Martes, Miércoles 2pm a 12am Jueves,Viernes, Sábado 2pm a 2am
twitter @barracriolla

10.04.2011

Toronto

Hungry Bear se fue de vacaciones durante septiembre. Visitó algunas ciudades de Europa y su última parada fue en Toronto. Durante el próximo mes habrá posts de París y Berlín. Aunque el objetivo principal de la vacación no fue la comida, tuve varias experiencias dignas de contar. Empezaré con Toronto, que fue una muy buena sorpresa.
El rush laboral antes de partir y la atención a Europa me dejo hacer muy poco research de Toronto y de lo que podría ser la escena culinaria de la ciudad. Aunque no había la intención inicial de meterme  mucho en este tema me logré empapar bastante gracias a Tere, quien fue la master-mind planeadora de toda mi estancia. La expectativa para próximas visitas es muy prometedora.
Toronto es una ciudad que se puede definir por su multi-culturalismo. Resulta impresionante la variedad cultural que existe en la ciudad, al grado de que al hablar con la gente se puede tener dificultades con la gran variedad de acentos que se escuchan. (juay???) Las distintas culturas que habitan la ciudad han logrado mantenerse muy fieles a sus raíces. Esto da como resultado que la oferta culinaria sea muy extensa, diversa y con cocinas locales de todo el mundo en la misma ciudad.
Brevemente les comparto la breve exposición que tuve:
The Dumpling House – China town.
El viernes alrededor de medio día, ya con algo de hambre fuimos a conocer china town y Little italy. La idea era pasear los barrios, comer donde nos diera hambre y echar el cafetín por ahí, relajado el asunto, sin prisas. Primero abarcamos Kensignton market, que es una zona vecina a china town, por Kensington avenue,  donde hay tienditas que venden todo tipo de productos de todo el mundo. Se encuentran desde tortillas mexas hasta algún queso muy exquisito en alguna tienda francesita. La opción es buenísima para ir a llenar la alacena con insumos de todo el mundo. La pequeña caminata nos dio hambre y en una esquina encontramos The Dumpling House. Restaurante chino donde el 90% de su oferta son dumplings. Pedimos dos órdenes de dumplings: unos al vapor de cerdo y otros fritos de camarón. Tere insistió en que ella prefería los al vapor ("son más sanos...bla,bla,bla") , y yo quería fritos y al vapor, por lo q pedimos las dos órdenes. También pedimos dos sopas, que estuvieron un poco de más. Las órdes de dumplings son bastante generosas. Los dumplings sencillos y deliciosos. El lugar es un excelente lugar para comer “ligero”, rápido  y rico. Les dejo a su reflexión quién comió más dumplings fritos.
Khao San Road
Comimos “ligero” porque antes de ir al teatro ese viernes cenaríamos con Ana y Daniel (Hna de Tere,esposo) en un restaurante thai en dowtown. Llegamos temprano y tuvimos que esperar  un rato para tener mesa. El lugar era muy acogedor, mesas  sencillas de madera, algunas grupales con un aire hogareño pero no descuidado, más bien un poco moderno. Desde que llegamos el hambre me invadió: los fuertes olores thai estaban a todo lo que daban.  Nos sentaron en una mesa grupal donde compartimos con otra pareja. El lugar lo había propuesto Daniel y desde el principio el olor hacía pensar que estaría buenísimo y así fue. Pedimos varios platillos al centro de las distintas secciones de la carta que ninguno nos defraudó:  crispy shrimps, fresh rolls, un curry con tamarindo tremendo, el clásico pad thai, y una de las especialidades: kha soi, una combinación de noodles, curry, y carne de cerdo espectacular. Acompañado de tiger beer  o té thai. Los platillos muy sencillos, frescos y deliciosos.  Las mujeres salieron encantadas y ambas concidieron en que el curry de tamarindo había estado especial.  A Daniel también le encantó el curry, aunque varias veces menciono lo bueno que era el pad thai, que la verdad no tengo más que concordar, estaba riquísimo. Gran recomendación de Daniel para cerrar el viernes.

Cozy y simple

St Lawrence  Market.
El mercado de St Lawrence es un mercado de comida ubicado en downtown de Toronto. El lugar es mind-blowing. Imagínense un mercado de San Juan 4-5 veces más grandes y con una variedad de productos de todo el mundo . Tiene dos pisos y sobresalen las delis italianas, donde se pueden encontrar quesos, carnes frías, hasta cosas ya preparadas o listas para comer; y las pescaderías. En las pescaderías se manejan hasta 30 variedades de salmón: del atlántico, del pacífico, salvaje, adulto, marinado, congelado, fresco, etc… El movimiento, la frescura de los productos y la cantidad de cosas que se pueden encontrar aquí son impresionantes. Un  verdadero martirio para un visitante de sólo unos cuantos días. Este es otro de los lugares donde el multiculturalismo se deja sentir. Me costo mucho trabajo no comprar, porque no hubiera tenido mucho sentido, pero si compramos varias cosas para llenar el congelador y refrigerador de Tere.

George Restaurant
Tere me había dicho que por donde vivió un tiempo había visto un restaurant que se veía bien y traía ganas de ir. Hicimos reservación para el sábado en la noche y yo invite a Jerry y Daniela, dos amigos que se acaban de casar y viven en Toronto (todos se están llendo). El lugar luce muy bien por fuera, y en principio parecería que el ambiente es algo apretado; pero la amable atención del personal te hacen sentir muy cómodo. Está ambientado de una manera moderna pero tranquila. La propuesta de la cocina del lugar es ofrecer platillos basados en productos locales y frescos: “Toronto cuisine” le llaman. El resultado es tremendo. Jerry y Daniela comentaron que aunque los platos parecían complejos y con muchos ingredientes, todo armonizaba perfectamente. Tere y yo pedimos un soft Shell crab de entrada que estaba delicioso. A Tere le encantó el lugar y la cena le pareció digna de recordar. Algo de lo que no tenía idea y platiqué bastante con Jerry ese día era que Ontario es una zona vinícola. Pedimos una botella local que estaba muy buena y era muy buen deal. Muy recomendable el George.
Cora’s
“Carrie: There are very few things this New Yorker loves as much as Sunday brunch. You can sleep until noon and still get eggs anywhere in the city” Sex and the city.
Para mi desfortuna no soy un New Yorker, pero al igual que Carrie amo los brunch. El domingo cerramos el tour del sabor de Toronto en Cora’s, un lugar que se especializa en desayunos que tiene varias sucursales en Canadá. El lugar es muy bueno y se presta mucho para que sea muy familiar, fuimos de nuevo con Daniel y Ana, y esta vez fueron con sus niños, Alex, Clara y Daniel. Todos disfrutamos mucho del lugar. Los desayunos son bastante deliciosos, algunos platillos tienen presentaciones bastante originales, como  los creppe-omelette y el salón está acondicionado totalmente para llevar a toda la familia: espacios amplios, crayolas, libros para colorear, menús para  niños. Todos los platos vienen con abundante  fruta de la temporada, muy completos. Dany y Clara salieron felices después sus hotcakes con muchas blue berries. Aunque Clara dijo después que a ella le gustaban más los huevos.  Gran lugar para brunchear en familia.
¿Cruditos?
 

9.02.2011

Pujol

“Hasta donde mi memoria alcanza, siempre me ha gustado comer”
Pierre Arthens, “Rapsodia Gourmet” de Muriel Barbery


Parece paradójico que celebremos acontecimientos que parecería que tienen motivos totalmente contrarios o ajenos a lo que celebramos normalmente. Aunque en nuestras mentes sonara como algo extraño, en la cultura occidental, y particularmente en nuestro país, estamos llenos de celebraciones de este tipo: celebramos la muerte, los finales, las partidas, los ciclos que se cierran y los inicios de algo que no sabremos que será.

Hace una semanas fui a cenar con Tere a Pujol para celebrar su partida. En palabras de una de sus pacientes infantiles favoritas: Tere "irá a estudiar para seguir curando a niños que tienen problemas en la piel y para que les siga dando cremas de muuuy buena calidad" (nótese las cremas de muy buena calidad). Hacía bastante tiempo que quería ir a Pujol. Razones siempre ha habido de sobra, desde un genuino interés por la interpretación y propuesta de la cocina mexicana por parte de Enrique Olvera, hasta el morbo de “a ver si como ronca duerme”. Ir a este tipo de lugares es complicado. Ni a todos les interesa, ni a todos les gusta la idea. ¿Qué esperar del Pujol? Puedes pensar que vas a uno de los mejores 50 restaurantes del mundo; podrías ir porque es cool, ó es chingón ir a un restaurant mamón; te gustaría ir con alguien para impresionarlo; ó tienes una fijación por lo mexicano al estilo Beatriz Paredes y su indumentaria; pueden ser mil cosas.  La expectativa con la que iba a Pujol era de celebrar y de acompañar esa celebración con un muy buen banquete. Parecería arriesgado ir a un lugar tan particular, pero valía la pena.
Algunos días después de ir leí en un excelente ensayo de Anthony Bourdain que los mejores días para salir a comer a restaurantes es entre semana. Los chefs y la gente en la cocina no traen la presión de la locura del fin de semana y hacen mejor las cosas. Fui un miércoles y aunque el restaurante estaba lleno se notaba mucho orden y la atención seguía siendo muy personalizada. El salón del restaurant no es muy grande, calculo que a lo máximo pueden estar sentadas al mismo tiempo unas 60 personas. La atmósfera es sobria y tranquila.  Está iluminado de una manera tenue, pero tampoco aburrida. A Tere le gustó bastante la ambientación, la atmósfera y decoración del lugar. A ambos nos agradó la distancia y la ubicación de las mesas: lo suficiente para no escuchar las conversaciones de lo demás, pero no tan alejada como para sentirte en tu propia isla. Todo es perfecto para ir a hacer lo que tienes que ir a hacer al Pujol: comer.
Fuimos atendidos por dos meseros que siempre fueron muy amables, eficientes y serviciales, además de la sommelier que cumplió muy bien su labor. Al llegar te ofrecen la carta de bebidas que está principalmente compuesta  por mezcales, tequilas, cervezas y vinos, la mayoría mexicanos. La selección parece haber sido hecha a conciencia, resaltando el producto nacional (17 páginas de carta). Para empezar a hacer hambre (como si hiciera falta), mientras llegaba Tere, me tomé una catrina red ambar. Buenísima. En este lugar tienen la gran costumbre, imposible de encontrar en México, de servirte agua durante toda la estancia.
Se ofrecen 2 opciones para comer: pedir a la carta o pedir el menú (o los menús) del día. Optamos por pedir los menús.  Normalmente el menú del día es un menú 8-9 tiempos. Ese día había dos: el menú de tierra y el de mar. Tere escogió el menú de mar. La verdad es el que se veía mejor, y al que yo le había echado el ojo, pero con la intención de ver y probar cosas diferentes escogí el menú de tierra. La sommelier nos ayudó a escoger  una botella Pinot Noir, de la vinícola Agrifolia del Valle de Guadalupe. Recordé que un buen amigo “que si le sabe”,Daniel Acevedo, (uno es villamelón, pero aprendiendo) alguna vez la había recomendado por lo que no dude mucho en escogerla. Agrifolia lleva poco años en el mercado, hace producciones pequeñas tratando de entrar en un mercado bastante selecto. La Pinot Noir es una uva que casi no se da en México, por ser muy delicada. Esta etiqueta es la primera entrega de la Pinot Noir en los viñedos de Agrifolia. El resultado es  buenísimo: muy agradable al paladar, con una estructura no tan fuerte. Se siente elegante y refinado, con ciertos tonos frutales y bastante fresco.  Excelente tanto para comer algo del mar o de la tierra, que era el caso.
Comer en el Pujol es una gran experiencia culinaria. La cena empezó con una entrada de parte del chef: elotitos tiernos con una mayonesa a base de una hierba que ahorita no recuerdo (Tere seguro si se acuerda). La presentación de todos los platillos es impresionante y muy bien cuidada. La estética de lo que se sirve es muy pensada y cuidada. El opening statement sobre este aspecto es esta entrada. Pongo la foto de internet, ya que dibuja perfectamente la imagen que uno recibe cuando está ahí. No hay más que decir.


Además de los elotitos, también nos recibieron con una flor de calabaza rellena de una pasta donde el ingrediente principal era frijol, y me atrevería a pensar que algo de cacao, aunque no estoy muy seguro.  Lo fresco de la flor y los sabores escondidos en la pasta que la rellena la vuelven espectacular.

Como ya lo dije, sentarse en el Pujol es una experiencia, un ritual, es darle su lugar a algo tan importante en nuestras vidas y que nos define: comer.  Hace poco en alguna entrevista Enrique Olvera lo expresó muy bien: “lo que hacemos es comida de fiesta, no de diario”. Durante este rito los meseros y la cocina llevan la pauta y los tiempos. Te presentan el plato, lo explican y te lo sirven. La mayoría de las veces los platillos adquieren su presentación final en la mesa. Hasta tu lugar llegan cazuelas, recipientes, contenedores, cucharas,  para la preparación y presentación final de cada platillo.  Algo que me fascinó es que en la mesa que nos asignaron se escuchaban los ruidos y se escapaban algunos olores de la cocina. Se podía oír el ruido de los trastes, alguien presionando a un cocinero para que saliera un plato, y cada vez que se abría la puerta se escapaba algún olor que estimulaba mucho los sentidos. Me recordó mucho a mi abuela, quien fue mi primer gran referente de la cocina mexicana.
El primer platillo de Tere fue el Cebiche de pescado marinado en jugo de coco y limón real y el mío La Milpa, que era una pequeña “ensalada” mexicana con ingredientes exclusivamente provenientes del país como queso fresco,  jitomate, jumiles tostados (bichos tostados) y calabacita. Desde este momento debo declarar que el menú de mar por mucho fue muy superior al de tierra y esto lo pude notar desde el primer platillo. El cebiche producía una una serie de sensaciones en la boca muy difíciles de describir. La milpa estaba muy bien, pero el cebiche simplemente era increíble. Los platillos son para comerlos lentamente, degustar los sabores, y algo que que me gusta mucho: platicarlos. Entre cada platillo hay un espacio de 10 a 15 minutos que es suficiente para todo esto. Exponerles todos los platillos sería muy largo. Los favoritos de Tere fueron: Flautas de aguacate rellenas de camarón cristal, Puchero de abulón y Extraviado en ceniza de chile ancho. Las flautas estaban hechas con el aguacate más en su punto que he probado en mi vida. El toque de chipotle y cilantro tan sutil lo volvían espectacular. “Qué delicioso” , dijo varias veces Tere. El puchero de abulón es extraordinario. Los sabores que tiene el plato son muy finos pero a la vez con mucha presencia en el paladar.
Flautas de aguacate rellenas de camarón cristal

El extraviado tiene un sabor delicadísimo, y está perfectamente cocinado, es el platillo con el cual se cierra el menú del mar. Del menú de tierra una gran sorpresa para mí, y para Tere también, fue el Chilacayotes curados en limón y sal. En mi vida había probado el chilacayote. Es una especie de calabaza con una consistencia muy particular. El chilacayote del Pujol viene  servido en un chileatole  que moja unas bolitas fritas de yuca. Muy sencillo, pero simplemente riquísimo. El contraste entre el impacto del chilacayote curado y el chileatole con su sabor neutro es un éxito. Otro que sobresale es la Pechuga de guajolote, que viene en una salsa de chichilo negro (un mole oaxaqueño negro), plátano macho y  puré de zanahoria blanco. La mezcla de los distintos ingredientes da una mezcla sabores intensos pero que conviven muy bien.  Acompaña a  este platillo Pan de pulque con dos mantequillas hechas en casa que levantan muchísimo al pan.

Pechuga de Guajolote


Después vienen los postres. En los dos menús se da nieve de zarzamora con sal de gusano y mezcal flameado. Para el menú de tierra  se sirve Bizcocho de chocolate, ganache de miel y cacao, nieve de palomitas, agua de cacao; y  para el de mar el postre tres leches. La nieve de zarzamora es muy rica y fresca, el mezcal flameado resalta y define mucho el sabor de la nieve. El de tres leches es una presentación bastante heterodoxa de lo que uno podría pensar por tres leches, pero al igual delicioso. Se presenta en bastantes distintas texturas  que producen diferentes apreciaciones de algo muy típico. No platicamos tanto del postre, pero creo que el Tres Leches fue el más agradó a Tere.  Mi favorito fue el Bizcocho…, ese, con su nombre larguísimo. La nieve de palomitas es algo muy fuera de lo común y sorprendente, tan soprendente que hasta incluye palomitas. Todos los elementos de este postre son muy sabrosos. Tras la nieve de palomitas salió a la plática, por parte de Tere, unas nieves que pueden ser de lo que sea, “hasta de tu chicle favorito” dijo Tere. Están en Ixtapa. Tendré que ir algún día.
Nieve de zarzamora con mezcal flameado


Pedí café, y como cortesía de la casa también te traen una serie de dulces típicos mexicanos hechos por la cocina: chocolates, palanquetas, mazapanes, cocadas. Un total manjar. Nos los acabamos, pero son de esas cositas que aunque se vea muy mal llevárselas te costaría mucho trabajo dejarlas en la mesa.
La sesión duro cuatro horas y media de principio a fin. Comer en Pujol es algo serio, pero muy gratificante y divertido. Parte de la propuesta global culinaria de Olvera es usar distintas técnicas  para la elaboración de los platillos, alguna de ellas es “deconstruir” y “reconstruir” platillos tradicionales. Una idea parecida a la de Ferrán de el Bulli. Alguien me había platicado, que alguien le había platicado, que alguien le había platicado que “ el Sr. -----“ (omito el nombre, la precisión de lo que dijo,  dada esta cadena de chisme ya es dudosa, pero es una gran autoridad en el tema) que hace algunos años Olvera había perdido el camino durante un tiempo. Había puesto la técnica y la forma antes que otras cosas, que su cocina se estaba alejando mucho de la cocina mexicana, pero que recientemente Olvera había recuperado su propuesta y su cercanía con lo mexicano. Fue mi primera vez en Pujol y no puedo estar más de acuerdo con lo último. La propuesta de Enrique Olvera es tomar las bases tradicionales de la comida mexicana y darles una reinterpretación moderna y propia. Lo logra de una manera excelsa. El conocimiento y su profundidad sobre la cocina mexicana se sienten en cada plato, así como su intervención en lo tradicional y su ambición.  Los ingredientes, el lugar, la preparación, todo va con un sello muy específico de lo que está proponiendo Olvera.
Con su inclusión en los mejores 50 restaurantes del mundo, Pujol saca la casta por lo mexicano en el mundo. Debemos reconocérselo y sentirnos orgullosos.
Comida de fiesta para una gran celebración.
Y sí, el Pujol “como ronca, duerme”.
Delighted Bear.

Pujol
Francisco Petrarca 254
PolancoAnthony Bourdain

8.25.2011

Travazares (Taberna Travazares)


Se podría decir que este fue es de uno de los  primeros restaurantes-lugares  que se establecieron con el nuevo auge comercial, cultural y como zona que ha tenido la colonia Roma. Ha de tener aproximadamente unos cuatro años en Orizaba 127.
En su inicio Travazares fue un lugar muy casual. La decoración era vintage-descuidada, con muebles viejos y bonitos que hacía crear una atmósfera casual e intima. Se sentía un lugar relajado, no pretencioso y amigable que podías tomarlo como un “lock” para un día que quisieras cenar o comer con alguien y no tuvieras tiempo o ganas de buscar o probar algo nuevo o arriesgado. La carta consistía principalmente en entradas, pastas, sándwiches, risottos y pocos “platos fuertes”. Sencillos, pero buenos y muy bien definidos.
Durante estos años el lugar ha constantemente sufrido cambios en el mobiliario, tanto como en el personal; pero hasta hace poco seguía conservando la misma carta, la buena comida sencilla y el buen servicio. Cada rato cambiaban la organización del lugar, y hacían algunas modificaciones, pero nada importante que evitara que fuera siendo un lugar agradable.
En los últimos dos meses fui dos veces y las dos ocasiones fui por las mismas razones: moríamos de hambre, era tarde y sólo queríamos sentarnos y comer algo bueno. Las dos veces fui con Tere. Dio la casualidad, cosa que no nos dimos cuenta hasta después, que las dos veces habíamos estado resolviendo cosas del departamento de Tere, se nos había hecho tarde y por eso moríamos de hambre. Tere pidió la pasta Muntanaro en las dos visitas. Es muy buena, lo mejor que sirven ahí. Pasta corta con pollo al grill, queso camembert, nueces y algunas verduras. Las dos veces Tere dijo que estaba muy buena y parecía que lo decía en serio. En la segunda visita pedimos de entrada un queso panela asado que viene con una salsa a base de miel bastante buena. Para mi desgracia las dos ocasiones, respecto a la comida, fueron bastante tristes. La primera pedí la pasta taormina: pasta corta, camarones y algunos vegetales. Fue totalmente un bodrio. Los camarones eran de los pequeños congelados que no saben a nada y cualquier novato pudo haber preparado algo mejorcito en su casa (¡es pasta!) Para la segunda fue un arroz de mariscos con naranja y chile habanero. Estaba 2-2. El arroz no muy bien cocido, pero todavía decente. Esta última visita si fue un martirio y la confirmación de que el lugar se ha perdido. Al parecer hay nuevos dueños ó nuevo management. La mayoría de los meseros son de algún país sudamericano y parecen ser que no prestan mucha atención al servicio (sin discriminar). Se tardaron una eternidad en atendernos, a pesar de estar en una mesa muy visible; bebidas lentas, la carta llego mucho después y los platillos también tardaron un siglo. Tere se empezó a desesperar, y aunque en general trato de ser paciente creo que esa vez si me estaban superando. Además tienen una nueva modalidad donde redujeron la carta y ofrecen platillos diarios, qué sólo son…¡tres! Para que te digan que hay tienes que preguntar y no todos los meseros saben la descripción de lo que se está sirviendo ese día. El lugar ha sido renovado, y ha perdido  calidez. Aún con esto al parecer quieren seguir manteniendo una filosofía o una idea de lugar, aunque muy confusa (sigo sin entenderla) y que cae en mamarrachadas como la siguiente: pedimos sangría (hacía calor ese día y nos pareció refrescante), cuando nos la trajeron venía sin ser mezclada (muy común) pero sin algún “adminículo”, diría mi gran amigo el Fermo Perez, (adminículo=objeto) para mezclar la sangría. Pedimos un adminículo y se nos fue negado: “aquí no manejamos popotes ni mezcladores señor” (con cierto aire de dignidad). Se tuvieron que llevar nuestras bebidas de nuevo al bar para mezclarlas. Pedimos sangrías de nuevo y volvió a pasar lo mismo. Simplemente ridículo.
Lástima. Espero que corrijan el nuevo camino tomado. Por lo pronto pasará un buen rato para que vuelva a ir.
Hungry Bear Rating: Sad Bear.

8.02.2011

El Popular

El miércoles pasado llegaron mis padres, Doña Buenas Noshis y Seco Llamas, para vacacionar unos días con el hijo pródigo. Dio la coincidencia que justo ese día estaba programada la “Noche de Museos” en el centro. El evento consiste en abrir al público hasta las 10 de la noche algunos museos. Fuimos a ver la exhibición “Pintura de los reinos” en el Antiguo Palacio de Iturbide. “Muchas vírgenes”, fue el comentario de Doña Buenas Noshis, al salir de la expo. Les gustó bastante, después caminamos un rato por el primer cuadrante y nos fuimos a cenar a El Popular. Muy recomendable ir a la noche de museos, el centro agarra mucha vida.

El Popular es un café del centro muy clásico donde se sirven antojitos mexicanos y muy buen pan dulce. Al lugar va todo tipo de gente, las meseras son muy simpáticas y rápidas y hay un ambiente con aire hogareño. Seco pidió enchiladas potosinas, Doña Buenas Noshis unos tamales de pollo en salsa verde y pan dulce;  y yo un tamal oaxaqueño. Yo acompañé la cena con el riguroso café con leche de El Popular, que lo sirven como el de La Parroquia, o como dirán otros (que no me gusta tanto) como “café chino”.  Las enchiladas potosinas fueron un éxito. A Seco le encantaron y dijo que la salsa estaba especial: enchilosita pero muy agradable. Las probé y concordé totalmente con él. La carne que las acompañaba estaba bastante regular, pero bien dijo Seco: es difícil que sirvan buena carne en estos lugares (la vara sonorense en cuanto a carne es muy alta). El tamal oaxaqueño muy bueno: ni tan masudo (¿así se dice?), ni tan grasoso; lo compartí con mi Madre; el de ella, de pollo en salsa verde, no estaba tan bueno, todo lo contrario al oaxaqueño. Debo declarar que no soy gran fan de los tamales por lo mismo. Los únicos que verdaderamente me gustan son los oaxaqueños. Tendremos que venir en otra ocasión con la nueva reina de la garnacha (Ani González) para que nos de su opinión. Por lo pronto ella ya tiene muy bien ubicada y probada la oferta de pambazos en Polanco. El pan dulce y el cafetín sobresalieron como siempre, y la mesera nos atendió con mucho esmero. Este lugar es muy bueno, también, para desayunos tradicionales y desayunos de borracheras a altas horas de la madrugada (no cierran). Salieron bastantes contentos mis padres de su primera cena defeña.

Happy Bear.
Café El Popular
Avenida 5 de Mayo 52
$80-$100 por persona

7.25.2011

Lampuga Bistrot

Lampuga, Dorado, Mahi Mahi. Este restaurante toma prestado el nombre del pez de carne blanca que comúnmente habita en zonas tropicales alrededor del mundo. Hermano del Lampuga, establecido en la condesa desde 2005, apenas lleva uno meses operando en la calle de Anatole France en Polanco.

La cena se organizó con el motivo del cierre de celebraciones de mi cumpleaños (el ramadán-cumpleañero, como llamaron algunos) de este año. Estuvieron presentes buenos amigos y amigas. Pasamos la noche en la terraza del lugar que está muy buena sobre todo para mesas grandes.

La carta comienza explicando que desde la apertura del Lampuga en la Condesa, se tenía la idea de hacer un Bistrot, donde hubiera buena variedad de platillos y salieran rápido de la cocina. La carta es amplia con platillos sencillos y la mayoría con ingredientes provenientes del mar. Empezamos con unas cervezas para abrir apetito y seguimos para tomar con la cena un Tempranillo 2008, de la línea "Varietal" que producen bodegas Santo Tomás. El vino estaba delicioso: afrutado, ligero, muy amigable. Dieguito, quien en sus palabras "nunca hace esos comentarios tan mamilas" (yo sí), se soltó un poco más de lo normal y declaró que el vino estaba buenísimo. La variedad de lo pedido no fue tanta, ya que muchos optaron por la baguette de atún, que  según varios estaba bastante buena; Paquirri pidió la hamburguesa de filete de atún. En ambos platos piden al cliente el término y  se cumple lo pedido por el cliente. La hamburguesa se veía sencilla y sin mucho esfuerzo paquirri dijo que "estaba a toda madre". Las dos entradas que predominaron fueron el clam chowder y las tostadas de atún. Según Tere, quien es bastante exigente, las tostadas son de las mejores que ha probado. Yo colocaría tal distinción entre las del Entremar-Contramar y las de aquí, con la ligera diferencia que las del aquí están más frescas. El clam chowder estaba bueno según Dieguito, pero como también lo pienso yo: "es muy difícil encontrar un clam chowder correctamente preparado en la Ciudad de México". “Muy aguado y pocas papas", concluyó Dieguito. Yo pedí de plato fuerte el mahi mahi al perejil que estaba increíble. El mahi mahi viene rebosado al estilo "fish & chips", bañado en una salsa de perejil y almejas. La salsa es consistente con muy buen sabor y la almeja fresca complementa muy bien la salsa y el pescado. Al venir el pescado rebosado, este absorbe muy bien la salsa hecha a base de perejil, por lo que se puede sentir muy bien el sabor de todo el platillo. El fideo seco con lampuga, según el auti y su habitual poca expresividad, "está bueno", habrá que ir a probarlo en otra ocasión ya que se me antojo bastante. El que no tuvo tanta suerte fue el mahi mahi al grill que pidió Tere, quien dijo que estaba bastante normal y simple y con poca sazón. La carta es muy amplia y la neta se antoja todo, una buena opción para degustar varias cosas podría ser pedir al centro y estar picando mientras fluye el chal (muy fan de lo anterior, algunos otros no tanto). Maru, quien ya había ido, nos recomendó mucho pa’ la próxima los tacos de camarón y fish and chips.

Lampuga Bistrot resulta ser un gran lugar y una de las mejores opciones de la zona. Espero llegue para quedarse en Polanco. La comida es deliciosa, el lugar impecable, con un servicio de muy buena calidad y con una relación precio-calidad muy superior a varios competidores. La terraza es perfecta. Muy probablemente  abusaremos del lugar por un buen tiempo hasta que nos hartemos. Lampuga Bistrot merece desde la primera visita la más alta condecoración de los Hungry Bear Ratings: ¡Delighted Bear!

Lampuga Bistrot
Anatole France 78, Col. Polanco
Tel. 5280-2166 / 5280-2188
Precio aprox pp $ 400 con algunas bebidas